martes, 19 de mayo de 2009

La primavera se rompió del todo

En pocos días se han ido Benedetti y Castilla del Pino. dos hombres consecuentes que encontraron en la Literatura un medio para regalarnos su sabiduría, sensatez y claridad de ideas. Dos resistentes en el lodo de la servidumbre, dos tablas para náufragos en el mar de la mediocridad, dos genios que nos dejan su obra para que sepamos administrarla con talento. Dos espíritus libres, combatientes y elegantes. Su voz se ha apagado, pero queda su alma y esa es eterna entre los mortales. Hagamos que sea así y que no caiga en manos de los promotores del olvido. Benedetti y Castilla del Pino, incómodos seres para los hipócritas que hoy lamentan su pérdida y que mañana intentarán ocupar su espacio con remedos futiles de ingenio. En el otro lado seguirán observando y su legado servirá para moderar los envites de la mezquindad. Ya quedan pocos, pero muchos serán los que han de venir para mantener saludable el mensaje de libertad, emoción y sensatez. Que no decaiga.

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