viernes, 20 de noviembre de 2009

Bronca

Oí de una acalorada discusión entre un ministro y un diputado en sede parlamentaria, y me alivió pensar que los políticos no están huecos, que aún corre la sangre por las venas de estos títeres de la conveniencia empeñados en naturalizar una pantomima, aunque sólo sea tras las puertas de la realidad, allí donde habita una intimidad que les humaniza y está prohibida la entrada a esa farsa que ofrecen con la complacencia de una sociedad indolente y maleable. No se concibe la ira en las sonrisas que se regalan en los intermedios de las disputas; no hay rencor ni desprecio cuando impera la soberbia de quien sabe segura su estabilidad. Todo obedece a una estrategia medida, un guión inalterable que garantiza el poder que el pueblo les ha entregado.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Versión, digresión, indigestión

Hay música que se ha escrito para ser interpretada y otra cuyas notas contienen un código genético que la hace inmutable. Quizás no fuese su intención, pero cuando Jacques Prévert y Joseph Kosma alumbraron 'Les feuilles mortes' ('Autumn leaves' para el común de los mortales) no sabían que se iba a convertir en una de las canciones más versionadas de la historia, gracias a lo cual entraron en el Olimpo de los clásicos sin mucho más esfuerzo creativo. E incluso algunas de sus revisiones son bastante más emocionantes que el original y además se presta a ingeniosas variaciones que ofrecen resultados sorprendentes. Es lo que yo llamo una canción acomodaticia.
También con las obras de compositores históricos se puede hacer un tanto, no en vano la variación de piezas originales es uno de los recursos más socorridos para dar rienda suelta al ingenio y mostrar dimensiones sonoras desconocidas que han marcado auténticos hitos en la historia de la música. Recordar 'El concierto de Aranjuez', de Joaquín Rodrigo, interpretado por Miles Davis o Jim Hall y Chet Baker es un argumento preciso que sostiene esa realidad. La reciente selección de Fernando Trueba publicada bajo el título 'Clásicos para los amigos' es una buena muestra de lo que sucede cuando los héroes osan interpretar a los dioses.
Sin embargo, hay canciones que no se pueden interpretar si no se quiere incurrir en el ridículo, pues sus estructuras están tan perfectamente ensambladas que cualquier revisión altera el equilibrio que impone su esencia. Si alteramos el ADN de cualquier ser vivo obtenemos un mutante, y con algunas canciones sucede lo mismo. Hay canciones inmutables que atesoran una perfección que se refleja en la disposición de cada nota; por supuesto que se pueden interpretar, pero jamás puede mejorar el original como ocurre con otras mucho más maleables: la mejor versión de 'Imagine', de John Lennon, es 'Imagine', de John Lennon. Todo lo demás es pura pretenciosidad.
Por más esfuerzos que hago, no logro imaginarme que serie de terribles efectos me produciría escuchar 'London calling' en panocho. Y seguro que habrá por ahí algún descerebrado que piense en perpetrar semejante disparate, atendiendo a la ecuménica convocatoria de la nueva Radio 3 para buscar la ¡mejor! versión de esa canción y saciar así el ansia de moderneces que parecen haber contraído sus responsables. Creo que no lo podría soportar en ninguna de las lenguas cooficiales del Estado ni siquiera en su inglés original, porque esa es una de esas canciones que no admite enmienda.
No se trata de renegar de la versión, pero no por ello se ha de convertir en un alarde de creatividad y menos cuando se profanan santuarios que están muy bien sin que les dé el sol de la digresión. Así que cuando vuelva a escuchar una sesión de versiones iré a toda prisa a rescatar los originales, no sea que se hayan deteriorado con el paso del tiempo y la osadía.