domingo, 25 de octubre de 2009

Las ideas

Busco pero no encuentro las palabras precisas para expresar mi estado de ánimo. Quizás no existan y haya que inventarlas, pues ni yo mismo sé lo que sucede. Sólo puedo describir la parálisis que afecta mi capacidad de componer un texto con sentido, construir un discurso coherente que refleje mis ideas de forma clara y no que, en cambio, se empeñe en atomizarse en infinitos argumentos que no conducen a ninguna parte. Sé lo que quiero decir, pero no encuentro la manera de hacerlo. Las ideas pugnan por salir de mi cerebro, recorrer el cuerpo hasta alcanzar mis dedos y manejarlos con precisión para elegir las palabras adecuadas. Y cuando lo consiguen, se lanzan en loca desbandada abandonándose a la retórica; intento pastorearlas, pero me plantan cara y entonces se difuminan en un olvido espontáneo que las cobija. Sé que están ahí, que me observan burlonas y se regocijan de mi tribulación. Y sé que sin voluntad, no podré recuperarlas. Me atormentan en los momentos previos al sueño; asoman sus cabezas y me asaltan ágiles y solícitas; saben que nunca les corresponderé en ese trance cautivo de la pereza. Y cuando las necesito, esquivan mis requiebros, altivas y displicentes, emplazándome a otro lapso de debilidad en el que la lucidez vuelva a estimular mi ingenio. Sólo me resta una esperanza: poder atraparlas en un descuido o vencer la pereza.

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